EL ENEAGRAMA de Albert Rams (II)
Visto desde ahora, aunque muy valioso para
mí en su día, el Trabajo con David y Norma, del que hablaba en la primera
entrega de estos escritos, fue demasiado mental. No me tocó el corazón como lo
haría el Trabajo con Memo, que más que tocármelo me lo quebró, me rompió el
corazón, me lo destrozó. Algo parecido a lo que, como tantas veces de un modo
magistral, dice Leonard Cohen:
“Uno
tras otro llegan los Invitados.
Los
Invitados van entrando
Muchos
los abiertos de corazón
Pocos
los de corazón destrozado
De
pronto, todas las antorchas se encienden.
La
puerta interior se abre de golpe
Y uno
tras otro van entrando
con
distintas formas de pasión
Y aquí
toman su dulce comida
Mientras
la casa y las tierras desaparecen
Y uno
tras otro los Invitados son arrojados
Al
otro lado del muro del jardín” [1]
Ciertamente, lxs Invitadxs van entrando con distintas formas de pasión: ira,
orgullo, vanidad, envidia… Porque, sabemos, el ego – esa «venta del ser» - desde el punto de vista del
eneagrama, se compone de tres elementos fundamentales, que corresponden a los
Tres Centros: una fijación mental, un sobre- apasionamiento emocional y una
evitación conativa (de acción)[2]
A diferencia del Enfoque Gestalt, La
Atención, en mi manera de entenderla, así pues, trabaja con un enfoque
ternario. Recordemos a la Trinity de Matrix. Es decir, hay una instancia que
vive (1), hay otra que —aparentemente— se percata (2), y hay una tercera (3)
que se percata de lo que no se percata la segunda, de los puntos ciegos en la
conciencia que esencialmente son producto del carácter, del eneatipo de cada
cual. O sea que en aquello de lo que nos percatamos en esa segunda instancia
—la propia de la gestalt, por ejemplo— hay mentiras, falsedades, huecos,
trampas…
Por ejemplo, la aparente espontaneidad
emocional, el llanto, la explosión… de un eneatipo emocional o histérico, en
términos generales (E2, E3, E4, en la terminología del eneagrama, con matices) puede ser falsa, mentira, manipulativa,
escapatoria, defensiva… O el entusiasmo de un E7 puede tener menos futuro que
un caramelo en la puerta de un colegio. O la aparente eficacia de un E3 puede
ser anhelo de seguridad camuflado. O el lujurioso E8 en realidad es un niño
indefenso que tiene miedo de mostrar su corazoncito… y ataca. O la adhesiva
generosidad de un E2 va a pasarte factura sin que te des cuenta. En fin…
De esas sutilezas se percata, o se puede
percatar, solo esa Tercera Instancia que sabe de su propio patrón automático de
pensamiento, de sentimiento, de comportamiento. Y que, con entrenamiento, es
capaz de distinguir lo verdadero de lo falso, lo repetitivo de lo nuevo
(recordemos aquí al Neo de Matrix). Creo que haber sentido ese corazón roto del
que habla Cohen (Corazón partío, que
diría Alejandro Sanz…) y su posible y subsiguiente corazón abierto, da la
gasolina para poder sostener la disforia de ese momento. Seguir sintiéndolo, el
corazón abierto, no cerrarse en la crisis, cuando un@ se pilla en trampa,
falsedad, no-verdad… en esa Tercera Instancia, es la mejor señal para sospechar
que algo no está funcionando del todo. Y obrar en consecuencia… cuando se sabe,
cuando se puede.
…mira
que la dolencia de amor, que no se cura
sino
con la presencia y la figura.
Del Cántico Espiritual de Juan de Yepes
Si quieres hacer una experiencia más amplia
al respecto, te propongo que te mires la información que sigue aquí