La gestalt y el Amor... dicho en un minuto




"...  “Cátaro” deriva del griego καθαροσ (puro), que está en la  base del término “catarsis” (purificación)... (...) En resumidas cuentas, los «puros» (es decir, los que han recibido el  bautizo, o consolamentum ) se llamaban entre sí Juan o Juana; su Iglesia era  denominada Iglesia del Amor (o cristianos de San Juan, o Iglesia de María)... (...); y su distintivo fundamental era la pata de oca, o bien la cresta del gallo, el «ave que anuncia el Sol». La pata palmeada se encuentra detrás del simbolismo de ciertas sociedades iniciáticas. Cuatro patas de oca unidas por el centro constituyen la cruz paté de Occitania y de la orden templaria (paté deriva de «pata palmeada»). Dos cruces paté yuxtapuestas (una blanca y otra negra) constituyen el octógono sagrado de los templarios, muy empleado en la arquitectura gótica catalana. No hay torre en Barcelona que no tenga como base el octógono. Allí encontraremos una de las pocas plazas octogonales del mundo: la plaza Milans, sita en lo que otrora fuera la capilla del Palacio Menor de los templarios.

... (...) ... En términos simbólicos, representa el hermafroditismo, que es una forma de denominar a la «dualidad primordial». Según Juan Eduardo Cirlot, la oca alude al dios andrógino de muchas religiones primitivas, al rebis de los alquimistas, y al hombre bisexuado de Platón

... (...) ... Pero hay más. La lengua de la oca acabó por influir al mundo occidental, no sólo a través del  trobar clus de los trovadores, sino también de los  «cuentos de la madre oca-  (... (...) ...  El Amor  representa a la Dama, denominación de la Diosa-Gato, o Diosa Madre (Isis, Bastet, María o Magdalena -  narraciones en las que el esoterismo se mezcla con el decorado maravilloso, mágico y legendario del Paraíso Perdido. Esta tradición hermética tuvo continuidad en el llamado  juego de la oca  y en las Aucas (o aleluyas) del entorno catalán (historias edificantes dibujadas en cerámica o en papel, precursoras del  moderno cómic)."


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Que Ella (alguna vez) te diga algo. “Morir”. Re-nacer unas cuantas buenas veces. Poder verle el truco a lo noble de lo sublime, no menos que a la rutina de lo extraordinario. Que nadie vuela vamos, ¡peeerooo... ¡ Querer. Aprender a amar. Haberse querido morir (de verdad...) al menos una vez en la vida. En ambos sentidos de la expresión “morir de verdad”. En el que evoca el no juego, la seriedad en haberlo sentido. Pero el que evoca al mismo tiempo el deseo de morir por falta de verdad en la vida, morir frente a la in-autenticidad sentida. Haberse querido morir de verdad, enfermo de (falta de) verdad entonces... y no haberse muerto en realidad, claro. Ese intríngulis ditirámbico.
 Y haberse arriesgado a perder, y a perderse, cómo no. Haber periclitado  y declinado Maestro. Haber periclitado y declinado a/con alguien a quien se le ha atribuido una completud total, una perfección quasiabsoluta, un Otro en el sentido que dice Lacan y otro en el sentido que Lacan no decía... o no sabía, o no sabía decir, o no quiso decir. Un terapeuta, un maestro, un jefe, un profesor, a veces un cónyuge o un amigo... Declinado, como en latín o en alemán, en el sentido de haber explorado una buena parte de los tiempos o aspectos del tempo de la relación vincular con un Maestro. Nominativo, genitivo, dativo, acusativo, vocativo y ablativo... ( lo que nombra, lo que genera, lo que vincula, lo que “acusa”, lo que “da”, lo que grita... ¡Ahhh¡) Euforia, enamoramiento, subirle al pedestal, bajarlo... Haberlo deseado, odiado, querido finalmente, apreciado profundamente... La distancia, el rebote, la fusión, otra cosa, la crítica asesina, la no-asesina; lo sin  palabras; la espiritualidad a través suyo, la directa sin él/ ella, la directa con él/ ella; los tránsitos intermedios y lo cotidiano de todo ello... ¡Uff¡ 

Me parece que la experiencia interna que aporta ese proceso, el Viaje que billetea, es una excelente manera de suscitar y de poner conciencia en el estado amoroso. Y me parece, como seguramente ya habrá deducido el lector, que el aprendizaje de este estado amoroso es desde luego el asunto central en al Viaje, en el Camino. Si no en la vida... Seguramente junto con lo que podríamos llamar el Conocimiento, es decir el auto-conocimiento, si nos atenemos a uno de esos grandes puntos de encuentro entre la tradición oriental y occidental: sabiduría y compasión en el budismo, piedad y letras en el lema de los escolapios cristianos por ejemplo. Siempre que el auto-conocimiento no lo entendamos como un concepto egótico que excluya el conocimiento del Mundo y de la Relación con él.

Estado éste en cualquier caso - falling in love  dicen los ingleses, cayendo en amor literalmente, volvamos de nuevo ahí, a ese asunto de la Caída - que como mínimo implica un re-visitar la propia historia y los principales vínculos parentales, familiares y estructurales “una segunda vez”; y una zona menos conocida normalmente para la mayoría de las personas, undamentada en el sostenimiento y en el aprendizaje del “cocerse”, en términos de RÞmí, de un cocerse arrobadamente si le añadimos el matiz de una Teresa de ¡vila o de un San Juan de la Cruz, del pasar de crudo a cocido. Del sostenimiento regular, entonces, de la experiencia tantas veces dura y siempre íntima de un Algo Más que Yo. Y fracasar, desde luego. Equi - vocarse, o sea derramar-se de un modo equitativo, sin selección egóica.

Equivocarse: “Lo que se puede entender de diversas maneras, que envuelve dos o más sentidos distintos” . Poder llegar a ser equi-voco, “toda figura que puede representar a la vez dos o más objetos distintos” . De nuevo lo ambiverso. “Romperse”, permitir el resquebrajamiento, el giro que la vida, a través del fracaso o de la crisis, nos pone delante. En las narices. El hecho de honrar el fracaso como uno honra el éxito, permite a veces un giro insospechado. A veces un giro en el centro, una vuelta sobre sí mismo, tal como nos decía Kerenyi en el capítulo anterior al evocar el sentido del centro del laberinto. Un clic... Aficionarse así pues a expresar el fracaso como parte de la obra, de la Obra, con el mismo rigor y con el mismo honor que los triunfos o que los éxitos. A la misma altura, con la misma dignidad, otorgándole un marco y un ceremonial de tanta altura. Des-apego. Convicción. Entrega.

Y dolor y duelo... Fracasar... Soltar pretensiones, vivir en los escollos. Sonreír, orgasmar, llorar, gritar, “gritar como en El grito de Munch”, callar, balbucear, chistar en sonido o en chiste... Rescatar la parte o aspecto de fracaso convenientemente presente en todo triunfo, o en su aroma. Y saber y poder decir de verdad: “gracias”. Gracias por cada uno de los momentos, sin excluir ninguno. Sin excluir ninguno. (Ni los feos, vamos) ¡Y vivir!. Dejarse ya de puñetas y vivir, ¡joder!... Que son tres días ( no cuatro, porque a veces uno no llega donde quería ) Joder. Sí, joder... que también es follar. Pero, claroscuro,¿con quién... ¿, ¿para quién...¿, ¿por quién... ¿ ¿a quién...¿ Definitivamente: Con Ella. A Ella. Para Ella. Por Ella. Bueno, pero eso ya es ciencia-ficción... o casi-poesía. Y deberíamos continuar...”


Rams, A: “Acerca del Hlqauldlg….” en “Veinticinco años de Gestat: Memorias de un gestaltista precoz”. Ediciones La Llave. Barcelona. 2004.

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